OroViejo

Uno de los descubrimiento de la temporada, y faltaría a la verdad si no adjudicara el mérito a la persona que me lo recomendó. El Sr. Jordi Martín, conocedor como nadie de lo que “se cuece” por esta magnífica, y para mí, entrañable ciudad.


El día de antes de ir a comer, pasé por la noche, me senté en su magnífica terraza y me pedí una copa de vino acompañada con un buen plato de jamón de “La hoja del Carrasco”; bueno, sólo esto ya es una garantía, conozco "la hoja del Carrasco" desde hace años, soy cliente y os puedo garantizar que es difícil encontrar un embutido de esta categoría y, a su vez más difícil aun, ver como un negocio de más de 100 años continua con esas ganas de agradar a sus clientes y trabajar todo lo que nos da el cerdo, que es mucho, con tanta sapiencia y dignidad, que es lo más importante.


Llego el día y entramos en esa sala abovedada tan agradablemente decorada y tan apropiada para disfrutar de un buen almuerzo.
Como aperitivo, la casa nos invitó a un refrescante y sorprendente gazpacho de sandía.


De primero, unos huevos poché sobre patatas chips, crujiente de jamón y virutas de foie.
Yo creo que es de esos platos que ya por si solo su enunciado lo dice todo y más en este caso en que todos y cada uno de los ingredientes mencionados se pueden ver y saborear con total nitidez. Bonito y armónico entrante, a la vez que placentero en su sabor. Todo un acierto.


Tampoco se queda cojo el segundo entrante que compartimos. Se trata de un Pulpo a la brasa con espuma de tortilla, trigueros y pimentón. El pulpo con la potencia que es capaz de darle la brasa, el toque del pimentón y rebajado con la espuma. Sorprendente a la vez que exquisito.


Pasamos a los platos principales, unos lomos de salmonetes, crema de gambas, tirabeques y pan de tinta. Pues más elogios y no gratuitos. Como bien sabéis los que me leéis habitualmente, uno de mis pescados preferidos es el salmonete; es especial y pocos encontraremos en nuestros mares con tanto sabor. En este caso limpios, que es lo incómodo de este pez. Las guarniciones que lo adornaban para nada mataban lo importante de el protagonista, su sabor.


Seguimos con una paletilla de lechazo con patatas panaderas. Nada que objetar, un plato castellano 100% y tratado con la nobleza de la tierra.


De postre compartimos una milhojas de crema pastelera, galleta de naranja y helado de mango. Creo que en esta ocasión puede la propia fotografía explicar los pormenores del postre mejor que yo. Sólo añadiré mi nota. Otro sobresaliente.


Acompañamos esta gran comida con un Carmelo Rodero, “otro buen amigo” que nunca falla.


El precio con cafés y aguas fue de de 109 €.
Visito esta ciudad un mínimo de dos veces al año, y puedo asegurar que desde ya, OroViejo se convertirá para mi, en parada obligada. Sin duda alguna.
Pasear por la ciudad, descubrir sus rincones, que los tiene y a decenas, sentarnos en la Plaza Mayor a descansar y pasar por este local a degustar una buena cena, será el colofón a una jornada inolvidable. De verdad.

OROVIEJO      Plaza San Benito nº 5 · Salamanca · Telf. 923215492


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